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Huyendo de mí
llegué a mi estómago
y me arranqué de cuajo
un ácido que se coagulaba
en mi deseo.
No recibí presagios. No voy si no me llaman.
Pero tengo estos calambres
y este pulso que me irrita
y me lleva a masticar
la meditación
antes de hacer
un licuado con lo que he nacido.
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