EL ANGLO A SUS ORILLAS

En el barco supura una pollera de sarro.
Se apaga en la ribera la primer lamparilla.
Los obreros van anclando grandes ollas oscuras;
el Anglo a sus orillas.

Las grúas derrumbadas se dan un beso roto,
los vacunos viscosos se tragan sus pastillas
en las casas rojizas de muros refractarios.
El Anglo a sus orillas.

Latas de empuñadura, embriones de concreto,
se almuerzan en su rabia hundiendo las mejillas.
Ya marchan, van anclando grandes ollas oscuras.
El Anglo a sus orillas.

Hargain sonríe solo con un puñal en el vientre.
Su busto se levanta mostrando la herradura.
Un relincho encarnado, pescadores del puerto:
la playa a su locura.

La cornada de un búho revienta entre las tejas
rondando los portones, alzando sus costillas.
Y un triperío de sangre, boceto del progreso,
se va en las carretillas.

En el barco supura una pollera de sarro.
Se apaga en la ribera la primer lamparilla.
Los obreros van anclando grandes ollas oscuras;
el Anglo a sus orillas.



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